La inversión en infraestructura vial es clave para la conectividad de Chile. Sin embargo, el estado de la obra en el tramo entre Hualqui y Copiulemu, en el sector de Pichaco, plantea serias dudas sobre la calidad de su ejecución. A punto de ser entregada, esta carretera muestra preocupantes fallas que ponen en entredicho el proceso de construcción y supervisión. El asfalto ya presenta zonas deterioradas, con secciones de diferentes colores, posiblemente debido a inconsistencias en la mezcla de materiales. Además, se observan desniveles y baches en un tramo que ni siquiera ha sido inaugurado.
El Manual de Carreteras de Chile exige rigurosos estudios de suelos, levantamientos topográficos, control de compactación en la base estabilizada y la verificación de la curva granulométrica de la base, con el fin de garantizar que cada capa de relleno esté conforme a los estándares de calidad. Entonces, surge la pregunta: ¿se cumplieron estos requisitos en la obra Hualqui-Copiulemu? ¿Se realizó la compactación adecuada del suelo natural y se verificó que la cota de rasante en la carpeta asfáltica cumpla con los estándares mínimos?
Esta ruta, financiada con los impuestos de todos los chilenos, debería ser un ejemplo de infraestructura duradera y segura. La comunidad tiene derecho a cuestionar: ¿dónde están los encargados de supervisar que estas obras viales se realicen con la calidad que corresponde? No se trata de aceptar un simple “algo es algo,” sino de exigir que los recursos públicos se destinen a obras bien hechas y duraderas, que realmente cumplan con los estándares que promete la inversión pública.
Esta situación no solo destaca problemas en la ejecución de la obra, sino que también evidencia fallas en la fiscalización de los procesos constructivos.















