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Huellas que trascienden fronteras 

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En los rincones más lejanos del mundo, donde las palabras se transforman y las culturas se mezclan, dos almas caninas encontraron su hogar, dejando huellas indelebles en los corazones de sus dueñas. Florencia Colitas y Trashera, dos fieles compañeras, vivieron una vida llena de amor y lujo, acompañando a sus dueñas chilenas en sus aventuras por tierras extranjeras. 

Florencia Colitas, la blanquita de mirada tierna y patas inquietas, llegó a España cuando era solo una cachorra. Durante 14 años, fue la sombra inseparable de María José, una chilena que buscó nuevos horizontes en el Viejo Continente. Juntas, recorrieron las calles empedradas de Madrid, los parques floridos de Barcelona y las playas doradas de la costa. Florencia no era solo una mascota; era la confidente silenciosa, la compañera de largas caminatas y la guardiana de los recuerdos que María José atesoraba en su corazón. En sus últimos días, la pequeña Florencia seguía siendo la misma de siempre, regalando amor incondicional hasta que, finalmente, decidió descansar. 

Mientras tanto, en Alemania, Trashera, la negrita de ojos brillantes y energía interminable, acompañó a Camila Fernanda durante 16 años de aventuras y desafíos. Desde su llegada a Berlín, Trashera se convirtió en el alma de cada hogar en el que vivieron. Era la que despertaba a Camila con sus ladridos alegres cada mañana y la que la esperaba pacientemente cada noche, después de largas jornadas de trabajo. En las frías noches alemanas, Trashera se acurrucaba junto a Camila, compartiendo el calor y el consuelo que solo una amistad tan profunda puede ofrecer. Cuando el tiempo finalmente alcanzó a Trashera, dejó este mundo, pero su espíritu sigue vivo en cada rincón que compartieron. 

Florencia Colitas y Trashera, dos nombres que ahora resuenan en la eternidad, fueron mucho más que mascotas. Fueron testigos silenciosas de la vida de dos chilenas que, a pesar de la distancia, nunca dejaron de sentir el calor de su patria en los corazones de sus queridas perritas. Estas fieles compañeras se convirtieron en puentes entre Chile y el mundo, uniendo a sus dueñas con sus raíces mientras exploraban nuevos horizontes. 

Ahora, desde el otro lado del arcoíris, Florencia y Trashera corren libres, con la misma alegría y amor que siempre compartieron. Sus dueñas, María José y Camila Fernanda, guardan en sus corazones el legado de estas pequeñas almas que, aunque físicamente ya no están, siguen acompañándolas en cada paso de sus vidas. Porque las verdaderas amistades no conocen fronteras, ni el tiempo puede desvanecerlas; simplemente, se transforman en recuerdos imborrables y en el amor eterno que trasciende cualquier distancia. 

Amigos lectores, terminé esta crónica con lágrimas en mis ojos… ya que a ambas  las conocí de cachorritas 

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